Nos apartamos con algún pretexto idiota, de esos que son una mentira evidente, pero que nadie entiende en ese momento de la fogata. Todos estaban muy animados; cantaban reían, bailaban, tocaban la armónica...
Caminamos hasta perdernos porque sí, porque queríamos, porque nos esperábamos, porque lo deseábamos. Eramos como niños buscando un lugar seguro bajo la luna. Cruzamos el bosque mientras la luz se volvía más tenue, tus manos nerviosas estaban a punto de lastimarme. te reías tanto, nos reímos tanto de nosotros, de nuestros ojos que se encontraban y ahora se quedaban fijos. Nuestras sonrisas se hicieron una y tu aliento tibio daba a mi cuello.
De espaldas en la arena de pronto no había viento. caminamos tanto que nos perdimos. Solo los dos. El mar y las estrellas como agregados que podrían haber sido cualquier otros, perfectamente inexistentes y quietos. Una quietud bella y perturbadora.
Nuestros besos espesos nos llevaron a volar con la brisa del mar; nos llevaron a esa otra orilla, donde tendimos un lecho entre ropas y ramas desnudas, cuerpos desnudos.
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