No quiero mirarme ni quiero verte. Tampoco quiero perderte(me), mientras mi cuerpo te llama y mi boca se quema. Aliviadas de dolores están mis manos, que al nacer nuevamente en tus caricias se llenan...
Medio vacías han quedado ahora, luego de días de gozo, de ternura...
Malogrados mis ojos lloran porque todo resulta tan obviamente difícil. Tan obviamente siempre sabido.
Te deslizas sin saber cómo; y ya estamos volando, ya estamos perdidos porque despegamos al alba y tu boca húmeda tocaba la mía, danzaba arrítmicamente y cada vez con menos des-certezas. Enamorada de tus ojos puros, olivas preciadas.
La ventana nos arrojaría el rocío, la escarcha que queda en mi al dejarte porque no quiero. Simplemente no quiero; Es absurdo. Vago y sonriente flota como inmaculado de estas cosas, de todo tipo de pensamientos.
(Tengo sueño y comería fresas)
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