Es un poco angustiante no poder entender con certeza las razones, simplemente se siente. La tristeza llena todo espacio y no nos damos cuenta hasta preguntarnos cuándo fue la última vez que reímos. Siento que mi mente no deja de dar vueltas, me cansa. No la puedo seguir. La mayor parte es preferible encarar inconscientemente. Bajo los sueños se siente segura. Aunque son unos sueños pesados, cuesta dejarlos aunque queramos, nos da un placer culpable.
Cómo poder decir, expresar el patetismo que siento. Puede llegar a ser demasiado difícil. Puede surgir apenas una idea. La mayor parte del tiempo pienso que es mejor la filosofía Epicúrea, pero me quedo pasmada en un romanticismo mezclado con despertares abrumados, ideas platónicas y nietzscheanas a las tres de la mañana, un insomnio de semanas noches, dormir al sol, pero sin él. Unas ganas de arrancarse a correr, pero no poder levantarse. Dicen que es bueno reconocernos, aceptarlo para darnos cuenta. Las cosas allá afuera siguen corriendo, normales. Para bien de unos y mal de otros, el tiempo no espera. La naturaleza humana y de la propia tierra es seguir fluyendo, si queremos abstraernos nos tratan como excéntricos.
Los recuerdos, los de mi los tengo vagos. Son como destellos, nacen muertos. La frágil columna de humo que queda cuando se extingue, me nubla la vista más de lo normal, o quizás de lo adecuado. La lucidez se ensucia bajo una lámpara amarilla, dormida a las cinco de la tarde, doliente, incapaz de regalar una sonrisa. Un beso tibio de despedida para siempre, un perdón amargo atascado en la garganta. Un no saber escuchar, leer ingenuamente y pensar que todos escriben cuentos. El de los demás (mi recuerdo) es el de saber que existen, pero entender al mismo tiempo que no percibimos las mismas vibraciones, no compartimos el goce ni de la alegría ni del dolor, aunque este último más torcido y sin desearlo, intentando vomitar o escupir, repudiando al mismo cuerpo, a la mente prisionera.
Si pudiera explicar de manera clara, esto sería más fácil. Como dejar de preguntarnos por qué fue esto y no lo otro, viviendo de la disconformidad que nos hace sentir, teniendo tristeza de nosotros mismos. Creer por egocentrismo que estamos solos, condenados y excluidos. Como la canción que habla del desaparecido, fantasma que nunca está, de prisa y con rumbo perdido. Ir cayendo y preguntarse cuándo caeremos. Eso no pasa. No cae. A veces no sé qué es mejor. Mientras se espera, la impaciencia se vuelve caos, dejamos de vernos como ser.
No sé muy bien qué es esto, supongo que una forma de pedir escucha sin tener que hablar, y tratando por lo mismo que sea entendible, que puedan percibir los supuestos, inferir sin contexto, entregando este al mismo tiempo que lo que se dice no se hace directamente, pero al menos lo más claro que resultó en este momento. Enredarse es fácil en cosas tan complicadas de expresar, más de entender si no se ha vivido. Aún no sé que espero, tampoco sé si sea necesario esperarlo, en el sentido de hacerse ilusiones que no se cumplan (esperando), eso nunca es bueno.
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