No sé, miro tus ojos y no puedo saber...
Se colman de lágrimas cuando te veo, cuando te encuentro de sorpresa y te incomodas. La rendición nunca fue una opción, pero parece evidente que no queda más que hacer. Tu manía de cifrar todo me vuelve loca, me hace odiarte tanto como desearte, anhelarte. No lo sé, no lo puedo saber. Lo único cierto de un te quiero es que fue dicho; nada resuelven los paseos que inventamos, las caminatas por la orilla, esa otra orilla, nisiquiera las noches abrazados sin querer en la cama de una plaza. Fantasear con un mundo juntos sería gratificante si lo hiciéramos juntos también...
yo no sé si rendirme.