25.10.07

La mayor parte del tiempo me gustaría hacer como si no te conociera.
Me encanta la sensación de volver a encontrarte y volver a conocerte. Reír contigo de tus tonteras, de tus opiniones tan cuadradas aveces...
Me gusta como me miras cuando me conoces, cuando jugamos a eso. Mi lenguaje de pronto se vuelve tan adecuado, como casi nunca lo es, solo para ti.
No finjo ser otra, pero evidentemente no puedo mostrar todo, o por lo menos creo que debería ser así...
La verdad es que tu terminas por descubrir, solo con mirar mis ojos y mi sonrisa. Me desnudas tan suave que es un placer seguir tu mirada explorando mi mundo, repentinamente tan transparente para que lo veas todo. Lo puedes ver todo y yo sigo pasmada, sonriendo como idiota mirando como me miras, cómo te ríes de mis ojos húmedos que están tan alegres y mis labios que aunque quieren no pueden dejar de hacer que me duela el rostro, que mis músculos se contraigan por tanto tiempo es cosa graciosa.
Te voy descubriendo yo también, y no creas que no me percato de tu mirada, que a ratos se averguenza tanto como un niño de cinco años, como un cachorrito tierno. Tus mejillas se sonrojan para mi, yo las beso y quiero abrazarte tan fuerte, aunque no te conozca hace más de media hora realmente, porque antes nos vimos es cierto, pero nunca nos habíamos mirado,
y ahora es todo tan distinto.
Comienzo a saber de ti y cada vez me interesas más. Estoy en una especie de trance que me hiela, tengo tantas ganas de tu abrazo, pero no, debemos guardar la compostura.
La verdad es que no resisto y te digo disimuladamente que tengo frío mientras me acompañas a esperar 'la micro'. Te ríes en mi cara de mi falsedad y me encanta, simplemente me matas.
Es una de las tantas cosas irresistibles que hacen que parezca flotar, que me pique la garganta y que mientras respiras en mi oído, o apenas digas que ahí viene, esa te sirve, no pueda volver en mi. Me quedo inmóvil y no me importa nada, nada puede ser más grato que seguir prendida a ti, besar tu cuello y sentir que tiritas, saber que no es el frío, si no la emoción del segundo que afortunadamente se volvió un poco más largo para disfrutarlo al máximo cuando tus labios tocaron los mios, de a poco, muy suaves y tibios, que bien besas me digo, sin dejar que mi cabeza piense en nada más, porque el momento es exquisito por si mismo.
Nuestras sonrisas son tan cómplices como nuestras miradas...
Ya lo sabes tu, y lo sé yo.
Nada más importa, nadie más importa.
Desde ahora pediré que me acompañes mientras espero la micro que me lleva lejos de ese lugar pero no de ti. Sigo flotando y riendo. Que bien se siente.
[...]

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